miércoles, 9 de febrero de 2011

Una historia "común"

Lo que me queda por vivir
Elvira Lindo
Seix Barral, Biblioteca Breve, Barcelona, 2010|18 euros.

Es curioso, al día siguiente de escribir la primera entrada, me diagnosticaron “Intolerancia grave a la lactosa”. Menos mal que de leer tostones insufribles o dramas insuperables a una no le sale un eczema, aunque en ocasiones sí que se le revuelva la tripa.

Suelo comparar al cine y la literatura con el queso; para mí son muy similares. Me es muy fácil engullirlos en cantidades industriales y disfrutarlos como si se tratara de la exquisitez más selecta, pero me es prácticamente imposible elegir uno favorito.

Elvira Lindo y “Lo que me queda por vivir” no tienen la aspereza de un cabrales ni la suavidad de un brie; son el Campo Real que compraba mi madre, semi curado, para todos los días; lo mismo para el bocata de la merienda, que para los entrantes de la cena o de postre con una manzana. Es un libro fácil, directo y accesible.

Antonia, la protagonista de la novela, es una mujer joven que regresa al Madrid de los años 80 tras una temporada trabajando fuera. Tiene un hijo de 4 años y su mundo, tal y como lo conocía, se desmorona. Elvira Lindo narra a través de la presentación de varios personajes secundarios quién y cómo es Antonia, además de cómo llegará a ser la mujer que es hoy en día. Esta novela plantea, a mi entender, que las grandes frustraciones, los momentos difíciles no son el final de nuestras vidas, sino que siempre hay que verlos como un punto de partida.

La novela está estructurada en ocho capítulos en los que salta de un momento a otro de la vida de la protagonista, sin un orden aparentemente lógico pero que en ningún momento pierde al lector. Utiliza un vocabulario habitual, construcciones gramaticales sencillas y huye de florituras lingüísticas para hacer el libro accesible a cualquier nivel cultural.

El paralelismo entre la vida de Antonia y la de Elvira es evidente, pero la importancia de este hecho es la posibilidad que le plantea al lector de darse cuenta de que las decisiones que se toman en cada momento son las que marcan el devenir de la propia historia, de la propia vida. Además, por la historia que cuenta, por cómo la cuenta y por el sentimiento de superación que irradia, se produce una fuerte empatía con la protagonista por parte de la mujer lectora; no hay que dejar de lado que se trata de una historia de mujeres, escrita por una mujer y, aunque no específicamente dirigida a otra mujer, si tiene una especial significación para estas. Al fin y al cabo, nuestra posición en la sociedad y nuestra decisión de evolucionar no deja de ser un lugar común para nosotras, una historia compartida.

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