jueves, 3 de marzo de 2011

Los diferentes cuentos...

¿Qué delimita la literatura infantil de la adulta? ¿En qué punto un adulto disfruta de un cuento? ¿Cuáles son los recursos que debe utilizar un escritor de cuentos para convertir un texto en literatura para adultos? No sé la respuesta. Probablemente nadie la sepa con certeza, pero lo que sí sé es distinguir un buen cuento para adultos de uno malo.

Mathias Malzieu lo hizo con La Mecánica del corazón y lo volvió a hacer con La alargada sombra del Amor; Michael Ende lo hizo una y otra vez, pero especialmente con Momo y La historia interminable, dos cuentos para adultos camuflados bajo la piel de literatura juvenil.

No es un reto fácil, por lo que sólo por asumirlo, los autores que lo hacen tienen mi respeto. A pesar de ello, me he sentido decepcionada tras la lectura de El alfabeto de los pájaros, de Nuria Barros. Prometía ser un cuento de original temática y con una narrativa disfrutona a modo de cuento. No lo ha conseguido.

El alfabeto de los pájaros narra el esfuerzo de una madre por ayudar a su hija adoptada china a entender sus raíces, sus limitaciones, a aceptar el abandono sufrido y a valorar su suerte. Para lograrlo, la mujer construye un mundo de fantasía a través de los cuentos y, con ello, crea una comunicación íntima y privada entre ella y la niña. La originalidad de la idea y su necesidad social en esta nueva sociedad da valor a la obra, pero la forma en la que se ha llevado a cabo, en mi opinión, cojea bastante.

El excesivo uso de figuras literarias hace pesado el texto, la elección de un lenguaje complejo en los diálogos entre madre e hija son inverosímiles, así como la simpleza de otro lenguaje en las partes narrativas. Cada capítulo, pese a presentar avances en la historia, se convierte en la repetición del anterior y el ritmo de la novela se ralentiza con cada adelanto en la lectura.

Otro tema peliagudo con este tipo de narrativa es la incorporación de imágenes e ilustraciones. Soy defensora de la inclusión de elementos gráficos que amenicen e ilustren las novelas, pero siempre con una necesidad y justificación. Los planos de la tierra media de El Hobbit eran imprescindibles para hacerse una idea de las dimensiones del mundo de Tolkien y las ilustraciones de El libro de los abrazos daban calor a las anécdotas de Galeano. Pero Nuria Barros utiliza la propia tipografía, con ejemplos como OjO o  ???????, para ilustrar una narración que difícilmente necesita ser ilustrada y menos de manera pueril. 

En definitiva y siempre en mi opinión personalísima, El alfabeto de los pájaros es una novela que parte de una idea original necesaria y novedosa y arriesga en la forma narrativa, pero por su exceso en el estilo narrativo y su incapacidad de enganchar al lector se queda a medio camino entre ser un cuento para pasar el rato y un buen cuento para adultos.

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